Cuando el amor sabe a tristeza

Por: Enrique Medina García

Speaker Big Conference, Motivador e inspirador, Escritor del libro Las verdades del alma, realizador del monólogo con el mismo nombre, Conferencista y  Locutor venezolano

Todo inicio es maravilloso, una carrera universitaria, trabajo o emprendimiento, sin embargo, sus días de brillantez se opacan muchas veces por nuestros descuidados e irresponsabilidades. La preocupación cada vez mas acentuada por lo superficial, nos pone en una balanza descontrolada sin peso exacto de compromiso, es allí cuando el amor comienza a mostrar sus heridas, agonías y cicatrices.

Sobre lo habitual vamos perdiendo el interés y alegría por entregar lo mejor, no nos sentimos parte de nada, dejamos desvanecer el amor en un intento quimérico de ganarle la carrera al tiempo, en aras de un futuro brillante tapizado de dinero, vivimos desaforados conquistando metas que no eran lo esperado, pasándonos una factura impagable con quienes amamos, dejamos sucumbir el amor de pareja, hijos, familiares, amigos y trabajo por la telaraña de la rutina, rutina que como veneno de acción lenta va evaporando las ilusiones, proyectos, las caricias, los besos, abrazos y esa sensación hermosa llamada amor; nadamos en un ambiente de desgano, de creer que todo tiene caducidad, de sentir el final, ahí, un aroma nunca sentida aparece impregnándonos, haciéndonos adictos; sintiéndola en el aire, en nuestro A.D.N. y psiquis, aflorando deseos negativos en cuanto a la percepción de lo que somos, fuimos o podemos ser.

Solo resaltamos lo que no podemos hacer o mejorar, vivimos en una burbuja de miedos, titubeos y hasta resentimientos, comenzamos a ver el futuro con terror, nublado en días soleados, silencioso en amaneceres adornados por el trinar de las aves; es una sensación de soledad, desidia y un deseo inmenso de no levantarnos cuando las fuerzas tocan tierra; ese efluvio, ese olor, es el sabor de la tristeza que dejamos filtrar hasta los tuétanos, manejándonos como marionetas debilitando la razón de vivir, trayendo el caos. Sabiendo esto, solo nos queda un boleto y, es entender ¿de qué estamos hechos, para qué fuimos concebidos, qué tan grande es mi fe en Dios? Cuando abramos el corazón, allí estarán esperando por nosotros todas estas aptitudes, rompiendo las cadenas imaginarias que pusimos, desalojando los temores que por cobardes cobijamos, decretando que somos guerreros hacedores de sueños y de nuestro destino, entonces ese día, la pintura de la alegría y la actitud positiva cubrirán el lienzo de nuestra existencia, entendiendo que el amor jamás desaparece, solo toma aires para continuar. Estamos obligados a amar sin sospechas, sin pena, amar lo cotidiano y lo ordinario para hacerlo extraordinario. No podemos dejar pasar un día sin amar, sin decirle a quienes están cerca cuanto amor sentimos por ellos, sin expresar a quien sea nuestro pasajero de vida cuanto lo amamos y cuán feliz nos hace, amemos sin recelo y sin límites, sin vacíos, solo con la convicción de dar, vivir y ser feliz no esperando nada a cambio, ni dejando que el amor tenga sabor a tristeza.

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