Se trata de una de las dos apariciones marianas en el mundo, en que la Virgen deja su imagen directamente. La otra, es la Virgen de Guadalupe.

Humberto Contreras

Este lunes 8 de septiembre, el país católico celebra el Día de Virgen de Coromoto, la Divina Patrona de Venezuela, que así fue designada el 1º de mayo de 1942 por el Episcopado Nacional. Luego, el 7 de octubre de 1944, el papa Pío XII, la declaró «Celeste y Principal Patrona de toda la República de Venezuela», y el 24 de mayo de 1949 el papa declaró el Santuario Nacional a la Virgen de Coromoto, como Basílica. La coronación canónica de la Virgen, se celebró en 1952.

Pocos venezolanos saben que la pequeña reliquia de la Virgen que quedó en la mano del cacique Coromoto, como se narra más adelante, es considerada un milagro, porque fue entregada directamente por la Virgen, y no es de hechura humana. La imagen, que mide 2,5 centímetros de alto y 2 de ancho, es un material divino desconocido hasta ahora y que se encuentra en estudio, confirmando su origen celestial.
Se trata de una de las dos apariciones marianas en el mundo en las que la Virgen deja su imagen directamente. La otra, es la Virgen de Guadalupe.
Comienzo de la historia

El 3 de noviembre de 1591, el capitán Juan Fernández de León, funda la ciudad del Espíritu Santo del Valle de San Juan de Guanaguanare, hoy Guanare, capital del estado Portuguesa, que luego, en el siglo XVII, fue trasladada al lugar donde se encuentra hoy.
La historia de la Virgen de Coromoto comienza prácticamente con la primera narrativa de su aparición, que se dio a conocer un día del año 1651, cuando el cacique de los indios Coromoto de la tribu de los Cospes, en compañía de su mujer, se dirigía a la montaña donde trabajaba la labranza. Cuando llegaron a la orilla de una quebrada que, les sorprendió la aparición de una hermosísima mujer, que llevaba en brazos un radiante niño, y que, además, caminaba sobre las cristalinas aguas de la quebrada.
Maravillados, Coromoto y su esposa contemplaban a la majestuosa imagen que tenían al frente. Entonces, Ella se dirige al cacique y le habla en su idioma, para decirle sonriente y amorosamente, que fuera a donde estaban “los blancos” para recibir el agua sobre la cabeza y así poder ir al cielo”. Estas palabras dichas con un amor maternal, convencieron a Coromoto de cumplir los deseos de tan encantadora Señora.
Pocos días después, Coromoto se consiguió con un español llamado Juan Sánchez, quien iba de paso para El Tocuyo. Le contó de la aparición, y el mensaje que la Dama le había dado, de ir a los blancos para que le echasen el agua en la cabeza, con el fin de ir al cielo. Coromoto le dijo a Sánchez que él y todos los de su tribu, estaban dispuestos a complacer la petición de la hermosa Señora.
El español le explicó que en 8 días regresaría de El Tocuyo, y que, de regreso, se dispusieran para irse con él. Así, toda la tribu marchó con el español, rumbo a Guanare. La caravana se detuvo en la confluencia de los ríos Tucupido y Guanaguanare, “en unos parajes que designaron con el nombre de Coromoto”. Allí la tribu esperó, mientras Sánchez pasó a la Villa del Espíritu Santo de Guanaguanare, y dio aviso a las autoridades de la Villa, que dispusieron que los indios se quedasen en Coromoto y nombraron a Juan Sánchez su Encomendero, con el encargo de señalarle las tierras para sus labores y de adoctrinarlos en la religión cristiana.
Se cuenta que el tiempo iba pasando y se adelantaba los trabajos para acondicionar el asentamiento y los campos de labranza para los indios. Los niños eran enviados a buscar agua a la quebrada, pero, “en cada viaje se tardaban demasiado y por eso eran castigados, hasta que se descubrió que la razón de la tardanza era la Bella Señora, que con su amorosa sonrisa se seguía apareciendo y su celestial presencia los cautivaba… y por eso se les iba el tiempo”.
Pero los adultos, curiosos, no la podían ver. Sólo los niños.
Así, el 8 de septiembre de 1652, la Virgen nuevamente se le apareció al cacique, rodeada de un aura luminosa. El cacique le dijo: «¿Hasta cuándo me quieres perseguir? Ya no he de hacer lo que me mandas». La Señora avanzó suavemente hacia él, Coromoto trató de echarla de su choza y extendió su mano como para atraparla, pero ella, en ese momento, desapareció. Y entonces, dentro del puño cerrado del indígena, había quedado una pequeña estampa con la imagen de la Virgen.
Cuando Juan Sánchez lo supo, mandó a recoger la imagen que él colocó en su casa. Allí la Virgen era venerada por todos los pobladores de la región de Guanare. Y en 1654, por orden del vicario Diego de Lozano, la imagen fue llevada al templo de la ciudad de Guanare.
Fuentes:
santuariobasilicacoromoto.com/historia-virgen-coromoto.html
https://www.ewtn.com/es
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